martes

Libros, prelibros

"Hay libros que se leen de cabo a rabo, otros se releen, otros se abren para rescatar una frase, y hay libros que transmiten su texto por osmosis. Hay libros que apilo al lado de la cama, y al cabo de unas semanas sé que los he leído, o al menos sé de qué tratan y los puedo volver a poner en los estantes." Alberto Manguel

¡Me encantan los libros! Se amontonan en casa, voy comprando más y más librerías para "acomodarlos", voy dejando unos cuantos en cada traslado, (benditos traslados que ayudan a hacer "limpieza"), cada vez pienso, ahora no compro más a no ser que sea maravilloso y cada vez encuentro un montón de libros maravillosos que me llevo a casa, me llaman, paso cerca de Fnac, la casa del libro... y me resisto, pero sólo un ratito... Me gusta cotillear cuando le hacen la foto de rigor a algún famoso con su biblioteca detrás, me gusta "fisgar" cuando voy a casa de alguien los libros que lee, cómo los coloca en su librería, me encanta cuando me enseñan algún ejemplar PRECIOSO, que me lo presten y mirarlo y remirarlo como si pudiera aprehenderlo en la memoria para siempre. Disfruto compartiendo las "joyas" de mi biblioteca con los que disfrutan como yo... escuchar esos ¡ah! oh!... De gente que he visto pocas veces, recuerdo sus casas y sus libros pero no sus caras...


Esta entrada es un "pequeño" homenaje a los que hacen posible estas experiencias, a grandes genios como Munari (copio un fragmento de sus "prelibros"), a grandes autores como Paul Auster (copio un fragmento de su perfecto discurso)...
A esas editoriales que arriesgan porque lleguen a nuestras manos los libros que les encantan, como Mediavaca, Blur (que ahora ha sacado una buena colección a 6 €), La Fábrica, que también tiene excelentes libros de arte a y la colección de conversaciones con fotógrafos también a 6€, Ivory press (los libros de Elena Ochoa)... y bueno, una vez más los chicos de notodo.com lo cuentan mas extensamente.


Los Pre­li­bros "Ejemplar único hecho a mano"
Hay mu­cha más gen­te de la que cree que ja­más ha leí­do un li­bro. Al­gu­nas per­so­nas han si­do obli­ga­das a com­prar y a leer li­bros es­co­la­res, des­pués de lo cual han di­cho “se aca­ba­ron los li­bros”(...)
Du­ran­te los pri­me­ros años de vi­da, co­mo en­se­ña Pia­get, se for­ma la in­te­li­gen­cia. Tam­bién sa­be­mos que en los pri­me­ros años de vi­da los ni­ños co­no­cen el am­bien­te que los ro­dea a tra­vés de to­dos los re­cep­to­res sen­so­ria­les y no só­lo a tra­vés de la vis­ta y el oí­do, si­no tam­bién per­ci­bien­do sen­sa­cio­nes tác­ti­les, tér­mi­cas, ma­teriales, so­no­ras, ol­fa­ti­vas… Se po­dría pro­yec­tar un con­jun­to de ob­je­tos que pa­re­cie­sen li­bros pe­ro que fue­ses to­dos dis­tin­tos, pa­ra la in­for­ma­ción vi­sual, tác­til, ma­terial, so­no­ra, tér­mi­ca, pe­ro to­dos del mis­mo for­ma­to co­mo los vo­lú­me­nes de una en­ci­clo­pe­dia, que a la vez con­tie­ne to­do el sa­ber o, por lo me­nos, mu­chas in­for­ma­cio­nes dis­tin­tas.
Es­tos li­bri­tos, pe­que­ños por­que pue­den ser fá­cil­men­te ma­ni­pu­la­dos por un ni­ño de tres años, se­rán con­fec­cio­na­dos con ma­te­ria­les dis­tin­tos, con dis­tin­tas en­cua­der­na­cio­nes y, na­tu­ral­men­te, con co­lo­res dis­tin­tos, y ca­da li­bri­to lle­va­rá un úni­co tí­tu­lo igual pa­ra to­dos: libro.
El tí­tu­lo se pon­drá de tal for­ma que de cual­quier ma­ne­ra que se tome el li­bro que­de de pie. Por tan­to la por­ta­da lle­va­rá su tí­tu­lo pe­ro aun­que se tome el li­bro al re­vés se en­con­tra­rá otra por­ta­da igual que co­rrien­te­men­te se lla­ma la “con­tra­por­ta­da”.


Es­tos li­bri­tos es­tán, pues, cons­trui­dos con ma­te­ria­les di­fe­ren­tes de for­ma que sean dis­tin­tos tan­to vi­sual co­mo
tác­til­men­te. Uno es de pa­pel en­cua­der­na­do con una es­pi­ral de alam­bre co­mo un cua­der­no; otro es de car­tón piel, gor­do, en­cua­der­na­do con cuer­da. Uno es de fel­pa ana­ran­jada en­cua­der­na­do con gra­pas de plás­ti­co; otro es de fi­bra­lín ne­gro co­si­do. Uno es de vi­pla trans­pa­ren­te in­co­lo­ro, sol­da­do; otro es­tá he­cho con tres ta­bli­tas de ma­de­ra cla­ra en­cua­der­na­do con una grue­sa cuer­da de ma­ni­la. Uno de car­tu­li­na ver­de en­cua­der­na­do co­mo un li­bro nor­mal; otro es de la­na ro­sa co­si­do con hi­lo ro­sa. Uno es de pa­pel grue­so im­pre­so en un pre­cio­so ber­me­llón bri­llan­te y su­je­ta­do con una gran pun­tada me­tá­li­ca; otro es de plás­ti­co rí­gi­do es­me­ri­la­do en­cua­der­na­do con ra­fia. Uno con­tie­ne mu­chas pá­gi­nas de mu­chos co­lo­res; otro de car­tón gris y pa­pel blan­co es­tá en­cua­der­na­do con una es­pi­ral.
Ca­da li­bro con­tie­ne un men­sa­je dis­tin­to: en el ro­jo se ve un hom­bre­ci­to es­ti­li­za­do de pie que, al ir pi­san­do las pá­gi­nas, da me­dia vol­te­re­ta de for­ma que es­tá otra vez de pie si se toma el li­bro al re­vés. El li­bro ver­de tie­ne den­tro hor­mi­gas, una o dos por pá­gi­na, en di­fe­ren­tes po­si­cio­nes, co­mo vis­tas desde arri­ba y en el me­dio tie­ne al­gu­nos agu­je­ros re­don­dos a tra­vés de los cua­les se ven otras hor­mi­gas. El li­bro de ma­de­ra tie­ne unas in­ci­sio­nes ver­ti­ca­les y ho­ri­zon­ta­les per­cep­ti­bles al tac­to y al ce­rrar­lo con ra­pi­dez sue­na co­mo las cas­ta­ñue­las. El li­bro de la­na ro­sa en ca­si to­das las pá­gi­nas tie­ne un cor­te­ci­to en el me­dio co­mo un ojal y lue­go, en la pá­gi­na cen­tral, el ni­ño en­cuen­tra un bo­tón blan­co co­si­do a la te­la.
En el li­bro gris en­cua­der­na­do con la es­pi­ral hay co­lo­res pri­ma­rios que per­mi­ten ver la for­ma­ción de los co­lo­res se­cun­da­rios gra­cias a tres ho­ji­tas de plás­ti­co trans­pa­ren­te: una ama­ri­llo li­món, otra ro­jo ma­gen­ta y la ter­ce­ra azul tur­que­sa, que al su­per­po­ner­se al pa­sar la pá­gi­na sobre las sim­ples fi­gu­ras im­pre­sas en co­lo­res pri­ma­rios se for­man los se­cun­da­rios.
El de fel­pa ana­ran­jada tie­ne las pá­gi­nas agu­je­rea­das con agu­je­ros de dis­tin­tas for­mas don­de el ni­ño pue­de in­tro­du­cir los de­dos o mi­rar a tra­vés de los ori­fi­cios. El de car­tón piel tie­ne una grue­sa he­bra de la­na ro­ja que atra­vie­sa to­das las pá­gi­nas de arri­ba aba­jo.
Se po­dría afir­mar, de for­ma apro­xi­ma­ti­va, que el ni­ño re­ci­be dis­tin­tas in­for­ma­cio­nes a tra­vés de to­dos sus re­cep­to­res sen­so­ria­les y se en­cuen­tra fren­te a es­tos ob­je­tos que se lla­man li­bros, don­de ca­da li­bro con­tie­ne una in­for­ma­ción dis­tin­ta: uno de his­to­ria na­tu­ral, uno de gim­na­sia, uno de cien­cia-fic­ción, uno de geo­me­tría di­ná­mi­ca, un po­si­ble cuen­to pa­ra in­ven­tar, otro so­bre la per­cep­ción de los co­lo­res, un jue­go de ma­nos, un li­bro blan­di­to y afec­tuo­so co­mo la man­ta de Li­nus. Bruno Munari
Ya hablé de Munari en otra entrada...

"Nunca he querido trabajar en otra cosa". Paul Auster

No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe…, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa.

Esa necesidad de hacer, de crear, de inventar es sin duda un impulso humano fundamental. Pero ¿con qué objeto? ¿Qué sentido tiene el arte, y en particular el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más?

En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo. Piénsese en el esfuerzo que supone, en las largas horas de práctica y disciplina que se necesitan para ser un consumado pianista o bailarín. Todo ese trabajo y sufrimiento, los sacrificios realizados para lograr algo que es total y absolutamente… inútil.

La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera un tanto diferente de las demás artes. Su medio es el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos con los demás, común a todos nosotros. En cuanto aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los que seamos capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro padre, o nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro y nos leía un cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en evocar la embelesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente deseo de escuchar? Los cuentos de hadas suelen ser crueles y violentos, describen decapitaciones, canibalismo, transformaciones grotescas y encantamientos maléficos. Cualquiera pensaría que esos elementos llenarían de espanto a un crío; pero lo que el niño experimenta a través de esos cuentos es precisamente un encuentro fortuito con sus propios miedos y angustias interiores, en un entorno en el que está perfectamente a salvo y protegido. Tal es la magia de los relatos: pueden transportarnos a las profundidades del infierno, pero en realidad son inofensivos.

Ello se debe a la necesidad de historias que tiene el ser humano. Las necesita casi tanto como el comer, y sea cual sea la forma en que se presenten –en la página impresa o en la pantalla de televisión–, resultaría imposible imaginar la vida sin ellas.

De todos modos, en lo que respecta al estado de la novela, al futuro de la novela, me siento bastante optimista. Hablar de cantidad no sirve de nada cuando nos referimos a los libros; porque no hay más que un lector, sólo un lector en todas y cada una de las veces. Lo que explica el particular influjo de la novela, y por qué, en mi opinión, nunca desaparecerá como forma literaria. La novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector, y constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento.

Y me gustaría girar estos libros que tiene "partisana" en la mesilla para participar de la foto...


Y Arturo Pérez-Reverte tiene en su biblioteca "In Silentium" el libro con todas las hojas en blanco de Pepe Perona... (me encantaría ver su biblioteca :-) +

Y este enlace al blog de cosechadel66 que explica muy bien la magia de los libros...
Y este enlace que he visto de Granit donde hemos coincidido en lo de las estanterias y muestran algún interior de esos libros "joyas" que comento...

(las fotos de estanterías son fragmentos de las mías, una anarquía total de colocación)

14 comentarios:

JL Cancio dijo...

Me gusta la palabra "prelibros"... suena a P. K. Dick. Saludos!

Anónimo dijo...

Luego dices de mis paseso, pero los tuyos.... Haces entradas muy "completitas", Esta me ha encantado, quizas porque mis librerias tienen más o menos el mismo aspecto que las tuyas...

Si es que los libros...

http://cosechadel66.wordpress.com/2009/02/03/los-comienzos-de-mis-suenos/

Señor Werty dijo...

A mi me pasa lo mismo, me resisto pero sólo un ratito, así acumulo libros y libros, pero lo bonito que es verlos colocados en la estantería o en la mesita de noche no tiene precio.

sau2

Pilar Mandl dijo...

¡Hola JL Cancio!
Sí, no lo había visto así...con toda la promesa de "aventura" que lleva el nombre de P.K.DICK.
¿Viste la entrada que tengo con el cuadro ¿Sueñan los androides...?

Pilar Mandl dijo...

¡Gracias, cosechadel66!
Pero tus paseos son más amenos, como el que va por el campo cogiendo flores y luego nos las ofrece :-)
Precioso enlace, gracias, con tu permiso lo enlazo en el post, viene al pelo, tú explicas mejor la magia de soñar con un libro...

Pilar Mandl dijo...

¡Hola Sr. Werty! ¿Qué tal las vacaciones?
Supongo que en el fondo todos nos parecemos... por eso nos juntamos aunque sea en la "red"... cuando rozas un libro que promete tanto, lo abres... ¡qué maravillosa sensación!

Anónimo dijo...

Yo también acumulaba muchos libros, ultimamente voy intentando no hacerlo porque al final tendré que salir yo de casa para dejar sitio para ellos jajaja También me "prohibo" entrar más de la cuenta en las librerias porque siempre acabo "picando"
A mí tb me gusta mucho ver los libros que tienen la gente que visito en su casa y dónde y cómo los coloca, dice mucho de ellos.

Besos

Pilar Mandl dijo...

¡Hola Merche!
Cada vez me doy más cuenta de lo parecidos que somos, a todos nos gusta leer y por eso nos leemos, escribimos... y disfrutamos aprendiendo...
Sí que es verdad que los libros van pidiendo cada vez más espacio y al final te van arrinconando... hay que buscar una solución :-) ...ya sé, poner una editorial por aquello de "en casa del herrero..."

Un beso.

Inma S dijo...

Vivan las cosas inútiles!!

marcela dijo...

Los libros que me interesan son los post-libros. Me gustan tus entradas de blogs, animan a leer y ponen de buen humor

Pilar Mandl dijo...

¡Hola Inma!
¿Te refieres a todos los trastos que va uno acumulando sin que parezcan que tienen otro interés que recoger todo el polvo de la cas?
...tengo que hacer otra entrada con mis inventos a ver si alguien me copia y por lo menos se "fabrican"...

Pilar Mandl dijo...

¡Gracias Marcela!
Con lo de animan a leer te refieres a que son muy largas? :-)
¿Crees de verdad que ponen de buen humor? esa sería una noticia estupenda...

ALBERTO dijo...

Hola, a mi tambien me apasionan los libros, sobre todo las bellas ediciones, por supuesto que no olvido el contenido, pero es mas lindo aun un libro que está bien cosido, y con una ilustracion en la tapa que sea bella, por ello me enorgullece mi coleccion de Cioran, de editorial Tusquets, simplemente son hermosos como estan encuadernados,fijsta ey verás, besos!.

´´Saray´´ dijo...

Me ha encantado leer ese discurso de Paul Auster ya que es uno de mis escritores favoritos.
Y me he tapado los ojos para no ver demasiado la foto de tus estanterías porque me da...¡demasiada envidia! :)
Qué bello es leer; yo no podría vivir sin libros.