Photo: Ada Mandl "London Tube"
"Las palabras constituyen la droga más potente que
haya inventado la humanidad."
Rudyard Kipling
«Escribir es una forma de organizar la vida. Y la necesidad de hacerlo sigue presente aunque no se tenga público» P. Highsmith.
Cuando
Philip Roth decidió dejar de escribir
se dedicó a releer las 31 novelas que había publicado entre 1959 y 2010. "Quería saber si no había perdido el tiempo", explicó
en 2014 a The New York Times. "Mi conclusión, después de terminar, se parece a unas palabras que
pronunció uno de mis héroes, el boxeador
Jose Luis. Fue campeón del mundo
de los pesos pesados. Había nacido en el Viejo Sur, fue un niño negro
sin educación, parco en palabras. Cuando se retiró dijo para resumir su
carrera: 'Lo he hecho lo mejor que podía con lo que tenía". El combate
de los grandes escritores con las palabras no se acaba nunca. Sólo el
tiempo es capaz de derrotar los inagotables cambios que impone la
imaginación. (Me gustan mucho sus libros, quizás mi preferido sea "
El animal moribundo")
"
José Emilio Pacheco no
permitía que se reimprimieran sus libros porque le parecían llenos de
torpezas, aunque eran de una precisión estilística admirable. Volvía
locos a sus editores reteniendo las reimpresiones para leerlos y
releerlos. Los ejemplares de sus libros en la biblioteca de la
Universidad de Maryland, donde dio clases, están todos corregidos a
lápiz por él mismo. Algunos tienen correcciones sobre las correcciones".
Pero él mismo tampoco es ajeno al veneno de la reescritura como
narrador: de su novela
La muerte de un instalador existen cuatro ediciones.
—Pacheco en el breve poema, de sólo dos versos, "Antiguos alumnos se reúnen", tiene uno de mis versos preferidos: «Ya somos todo aquello/ contra lo que luchamos a los 20 años».)
Los textos de arriba están "copiados del excelente artículo de
Guillermo Altares en el Babelia del día 28 de febrero "La literatura sin final".
Aquí completo.
He leído en Elle de marzo 2015 en la entrevista a mi admirado Banville en la que dice:
"(…) a mí no me gustaría vivir conmigo. Los artistas somos gente terrible. Monstruos. Espías. Siempre almacenando información."
Me encantaría tener entre mis manos esos cuadernos que le hace en exclusiva su encuadernador y en los que escribe a mano cada "Banville" y le lleva alrededor de tres años cada libro (los que escribe con el seudónimo de Benjamin Black los escribe en meses). Supongo que tendrá que tener muy clara en su cabeza cada frase antes de pasarla a su libreta/manuscrito, o quizás no. Yo prejuzgo desde mi punto de vista ya que hago tantos borradores y escribo por tantos sitios.
Aunque la razón de esta entrada es para comunicar, a quien le interese, que escribiendo el principio del cuarto tomo de MIXTIES, por fin he creado a un malo que está a la altura de mis expectativas (los malos se me daban fatal porque soy muy sensible y sufría mucho por mis personajes). Pero ahora el malo me ha atrapado, y tengo un malo "tan bueno" que eso me obliga a reescribir capítulos enteros del primer tomo.
El artículo de Altares me ha dado ánimos porque siento que puedo hacerlo sin fallar a los que ya han comprado el libro. Él además pone una lista de los libros "muy reescritos" :-)
Como dice Patricia Highsmith el primer objetivo de la escritura es la diversión
«Tengo que pensar en mi propio entretenimiento y a mí me gustan las sorpresas: Si sé todo lo que va a pasar, escribirlo no será tan divertido: Es más importante que los personajes se muevan y tomen decisiones como personas de carne y hueso, que se les da la oportunidad de deliberar, de elegir, de volverse atrás, de tomar otras decisiones (...)» Y si te preocupa el dinero, dice que harás bien en tener otro trabajo.
«La sentencia más importante en un libro es la primera, porque debes captar la atención del lector. Si le gusta, seguirá adelante. Si no, acabarás en la cola del paro.» Jonathan Coe (Esquire marzo 2015)
Como dijo, el recientemente fallecido Robert Stone, en una magnífica entrevista realizada por William C. Woods en 1985 para la revista The Paris Review:
Escribir es condenadamente duro. En realidad a nadie le importa si lo
haces o no. Tienes que obligarte tú mismo. Yo soy bastante perezoso y
sufro como resultado. Por supuesto, cuando fluye bien, no hay nada en el
mundo que se le pueda comparar. Pero también es una actividad muy
solitaria. Si haces algo con lo que te sientes verdaderamente
satisfecho, te encuentras en la loca posición de estar eufórico tú solo.
Recuerdo haber terminado una parte de Dog Soldiers (el final
del paseo de Hicks) en el sótano de una biblioteca universitaria,
trabajando de noche, con el edificio cerrado a cal y canto. Salí
abrumado por las lágrimas, hablando solo, y fui a darme de bruces con un
guardia de seguridad. Resulta duro descender del subidón que te produce
tu propio trabajo. Es uno de los motivos por los que los escritores le
dan a la botella. El entusiasmo que te provoca el trabajo se convierte
en la depresión del día después. Pero si intentas compensarlo con
demasiado whisky, al día siguiente no estás en condiciones de seguir
adelante.